Unos amigos de Las Rozas (Madrid) facilitan la huida de 200 ucranianos de su país y su llegada a España | Planeta Aventura

Unos amigos de Las Rozas (Madrid) facilitan la huida de 200 ucranianos de su país y su llegada a España

La iniciativa de un matrimonio y su grupo de amigos, apoyada por dos ONG, recauda fondos y gestiona la salida de Ucrania de estos refugiados y acogerlos en ciudades como Valencia, Alicante o Murcia

Entre los refugiados acogidos hay 45 personas que no tienen familia, "que querían salir de allí, que querían comenzar una nueva vida y nuestro deseo es que puedan hacerlo aquí"

La historia de Sergio Gómez y su esposa María Ordóñez, padres de tres hijos y vecinos de Las Rozas, es de auténtica aventura y define bien la solidaridad de nuestro país con Ucrania. A punto estuvieron de coger su coche y viajar a la frontera con Polonia para regresar con refugiados que quisieran venir a España.

“Cuando empezó la guerra -cuenta Sergio-, como a todos, nos marcó mucho. Entonces queríamos colaborar de una manera más activa. Nos daba mucha pena ver esa situación de refugiados entrando continuamente y sobre todo madres y niños. Así que le comenté a mi mujer que quería ir con material humanitario y volver con algunos refugiados a los que poder dar una nueva vida aquí. No conocíamos a nadie. Era un poco a la aventura, irse a la frontera, no sabíamos cómo se gestionaba eso, porque no somos voluntarios, ni tampoco habíamos vivido una situación igual».

De modo que comenzaron a contactar con varias ONG, «pero estaban saturadas». Al final, les contactó Expoacción, una organización asturiana que lleva colaborando con Ucrania y los niños de Chernóbil hace 16 años. «Y con esta ONG tuvimos una pequeña toma de contacto y ya nos dijeron que si estábamos dispuestos a ir para allá, ellos nos podían poner en contacto con gente que quería venir, que tenían personal organizando grupos de salida. Cuando ya tuvimos este contacto nos dio vía libre para plantear ese viaje que consistía en irnos con nuestro coche siete plazas, irme con mi amigo David, al que se lo planteamos y también le parecía fenomenal, porque tenía una idea muy similar», comenta.

Así que pusieron rápidamente fecha al viaje y decidieron escribir un mensaje en Whatsapp «para que nuestros amigos y familiares supieran que íbamos a realizar este viaje y que si querían colaborar, pues fenomenal, ya que la gasolina era uno de los costes más importantes. En ese momento la acogida fue impresionante. Nos dimos cuenta enseguida que se estaba haciendo viral y al segundo día ya teníamos más de 16.000 euros. Así que el coche pasó a un segundo lugar. En vez de traer a 4 personas, podrían ser 60, que es la capacidad de un autobus. La gente se animó, empezaron a colaborar empresas, y en cuatro días conseguimos casi 70.000 euros. Con esto conseguimos fletar cuatro autobuses», explica. 

Teatro habilitado como campo de refugiados. Foto: Sergio Gómez

Inicialmente, Sergio y David tomaron un avión hasta Cracovia. Después se sumaron «mi cuñado Diego, mi otro amigo Jorge, porque al final la idea inicial era una, y ahora necesitábamos más recursos. También contamos con dos traductoras de ucraniano-español y dos enfermeras». 

Fue la Fundación Madrina quien les permitió abrir el abanico de contactos en Ucrania «y conseguir listados de refugiados que quisieran venir a España. Estuvimos visitando los puntos fronterizos entre Polonia y Ucrania, durmiendo en campos de refugiados y viendo cómo llegaba la gente allí. La situación es horrorosa. No sólo porque yo nunca había visto un campo de refugiados, sino porque no había visto el miedo en la cara de forma tan directa. Entraban familiares, madres con niños pequeños en una situación de desesperación, de no saber a dónde ir, de querer salir de ahí, de haber estado caminando 25 kilómetros o haber venido en autobuses hacinados con el miedo de los bombardeos».

Una niña ucraniana muestra una de las pulseras con las banderas ucraniana y española que los hijos de Sergio y María han confeccionado para los refugiados. Foto: Sergio Gómez

Esa situación que define Sergio, dificulta la salida de refugiados en muchos momentos, a pesar de que ya son 3,5 millones los ucranianos que han huido del país. De hecho, él y su grupo de amigos habían coordinado recoger a 60 refugiados «que iban a llegar un día concreto y estuvieron bombardeando la carretera. Nos tuvieron que llamar diciendo que tenían que cambiar el destino, y buscamos otro punto fronterizo. Es algo te descubre realmente el horror de la guerra», lamenta.

Ahora les queda la satisfacción por el trabajo bien hecho y el reencuentro de muchos refugiados que ya tenían en España a algunos de sus familiares y amigos, una tarea en la que han recibido todo el apoyo de la Fundación Madrina, tanto en Ucrania como a la llegada a España para redistribuir a los refugiados en ciudades como Valencia, Alicante, Murcia, Sevilla o Cádiz, entre otras.

En cambio, hay otras 45 personas que no tienen familia, «que querían salir de allí, que querían comenzar una nueva vida y nuestro deseo es que puedan hacerlo aquí».              

 

 

Fuente: Diario 16

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