La adolescente ilurquense ha vivido la aventura de cruzar un glaciar en una expedición junto a otros siete jóvenes andaluces que, como ella, superaron la dura enfermedad. No tenía experiencia como expedicionaria, pero sí como superviviente después de vencer al cáncer que le diagnosticaron con apenas cuatro años. Candela Jiménez (Ílllora, 2005) es una niña que nunca se rinde. «Siempre fue una guerrera, no le daban miedo las agujas y se enfrentó con valentía a la quimioterapia, era ella la que nos daba ánimos a nosotros», recuerda su padre Nono Jiménez. Como la conocen bien, su familia tenía clarísimo que Candela iba a disfrutar y a superar con éxito la gran aventura que le ha brindado la vida a sus 16 años: sobrevivir durante un mes en el Ártico, uno de los lugares más fríos e inhóspitos del planeta.
Candela es la protagonista granadina de 'Desafío Artíco', la ambiciosa serie documental de Canal Sur Televisión en la que ocho adolescentes andaluces de entre 14 y 17 años, cada uno de una provincia, se embarcan en una expedición al Ártico con dos grandes misiones. La primera ofrecer un ejemplo de superación al mundo, porque los ocho comparten la experiencia vital de haber superado un cáncer. La segunda, concienciar de la necesidad de luchar contra el cambio climático desde la zona cero en la que se manifiesta la enfermedad del planeta.
«Caminábamos unos treinta kilómetros diarios con un clima extremo, porque en Islandia nunca sabes lo que te vas a encontrar. Para mi el primer día de expedición fue el peor porque no conocíamos el terreno y por la noche nos cogió una tormenta y nos entraba el agua a la tienda de campaña, acabamos helados», relata Candela, ya desde su casa de Íllora.
La expedición al Ártico tuvo lugar durante el pasado verano y la serie que se emite en Canal Sur (este lunes 8 de marzo se puede ver el cuarto capítulo a las 22.40 horas) se grabó durante un mes. El actor malagueño Dani Rovira, que comparte con los chicos la experiencia de superar un cáncer, es el encargado de narrar las hazañas de los expedicionarios que recorren kilómetros de hielo y se enfrentan al frío extremo, la lluvia, el viento y lo desconocido. También a las dificultades sobrevenidas por culpa de la pandemia.
A siete mil kilómetros de allí, en Íllora, la familia de Candela siempre estuvo tranquila porque sabía que los chicos -Anabel (Jaén, 17 años), Alejandro (Sevilla, 17 años), Iker (Almería, 15 años), Laura (Marbella, 14 años), Cano (Palos de la Frontera - Huelva, 17 años), Felipe (Málaga, 16 años), Sheila (Jerez de la Frontera - Cádiz, 17 años)- y la propia Anabel estaban «en buenas manos» con el equipo de profesionales de Desafío Ártico, que incluye a expertos expedicionarios y a personal médico.
«Esta experiencia me ha marcado muchísimo. He conocido a gente maravillosa, también un país con paisajes fascinantes, con glaciares y volcanes, que de otra manera nunca habría tenido la oportunidad de ver», relata entusiasmada la joven que se siente una privilegida por haber participado en esta aventura.
Extrovertida, alegre y buena compañera, la joven ilurquense que estudia Primero de Bachillerato de Ciencias en el Instituto Virgen de las Nieves de Granada, se convirtió desde el primer día en uno de los pilares de la expedición regalando abrazos y muestras de cariño a otros compañeros a los que les costó más culminar la travesía porque sufren lesiones físicas a raiz de la enfermedad. «Siempre supe que íbamos a poder y que si alguno de mis compañeros no llegaba, los demás lo haríamos por ellos», añade.
El espíritu de lucha lo tiene desde pequeña. Su historia de superación comenzó precisamente un mes de febrero, hace doce años. Su padre recuerda que la maestra les llamó porque durante un pasacalles de Carnaval a la pequeña Candela le fallaron las piernas Después de muchas pruebas, llegó el diagnóstico que hizo a la familia se le viniera el mundo encima: leucemia linfoblástica aguda.
A pesar de lo pequeña que era Candela tiene grabados recuerdos de los años en el hospital, muchos malos, como ver a su madre desplomarse de dolor en brazos de su tía o el trauma que le supuso perder sus preciosos rizos rubios. Pero también otros bonitos como el cariño de su maestro del hospital Antonio y de las tres oncólogas que la trataron en el Materno, Emilia y las dos María Josés, o cuando sus padres le traían hamburguesas al hospital y la abuela estofado.
En verano de este año llegó la mejor de las noticias: la remisión completa de la enfermedad. En casa hicieron una fiesta. Después llegó el regalo de Desafío Ártico.
«Estoy muy agradecida, esta experiencia ha sido como una gran recompensa que me ha dado la vida por la lucha que tuve que sufrir», afirma Candela, que destaca la gran lección de vida que le han dado sus compañeros. Todos han hecho una exhibición de esfuerzo, disciplina y ganas de vivir.
En su pueblo están orgullosos de Candela y el Ayuntamiento le va a dar una mención el día de Andalucía.
«En Desafío Ártico aprendes a valorar mucho más la vida, por ejemplo algo tan simple como una ducha. Pero sobre todo viendo a mis compañeros he aprendido que uno es capaz de cualquier cosa si se lo propone», sentencia Candela convencida.
Fuente: El Ideal, Canal Sur TV
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