1. Illán de Vacas (Toledo)
Con solo 2 habitantes, Illán de Vacas es el pueblo más pequeño de España. Cada octubre, el primer fin de semana, celebran las fiestas en honor a San Roque, con la participación de vecinos de pueblos cercanos. Aunque diminuto, el espíritu festivo se mantiene intacto.
El momento principal es una misa en la pequeña iglesia del pueblo, seguida de una comida comunitaria. A lo largo de los años, la fiesta ha mantenido vivas las tradiciones, uniendo a las personas de esta despoblada zona.
Jaramillo Quemado, con 5 habitantes, celebra en octubre, el día 24, la festividad de San Juan Bautista. Este pequeño pueblo de la provincia de Burgos sigue organizando actividades como misas y procesiones.
Aunque el número de asistentes es pequeño, el acontecimiento congrega a personas de la zona, incluyendo antiguos vecinos y familiares. Las tradiciones se mantienen con especial cariño, reflejando el vínculo entre la comunidad y su entorno rural.
3. Villarroya (La Rioja)
Villarroya cuenta con apenas 6 habitantes, pero en octubre, el segundo fin de semana, celebra las fiestas de la Virgen del Rosario. Durante el acontecimiento, los pocos vecinos se reúnen para celebrar una misa, seguida de una comida popular en la plaza.
Lo especial de estas fiestas es el regreso de antiguos habitantes y familiares que llenan temporalmente las calles del pueblo. Es un momento de reunión y celebración de la historia compartida por todos.
Valdelavilla, con apenas 10 habitantes, celebra en octubre, el día 29, la festividad de San Miguel. Este antiguo pueblo soriano mantiene sus tradiciones vivas con una misa en la pequeña iglesia y una comida popular al aire libre. La celebración atrae a antiguos residentes y visitantes curiosos.
Este acontecimiento es un momento clave de encuentro para los habitantes dispersos por la región. Aunque es un pueblo pequeño, la festividad tiene un profundo significado para sus participantes.
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