La aventura no para, ni en ningún momento ni en ningún lugar del Mundo. Siempre habrá un nuevo lugar para conocer, visitar y vivir una experiencia única que jamás olvidaremos. Lugares más fáciles y otros no tanto en los que la dificultad va en aumento, sea como sea, podemos elegir qué vivir para sentirnos más vivos que nunca.
Este es el caso de estos dos intrépidos que eligieron conocer de primera mano el Amazonas desde su medio de transporte más personal: un kayak. La aventura no solo consistió en bajar el rio sino que a través de los 6.500 km de longitud de su aventura, pudiendo sentir cada centímetro de agua del río más largo del mundo.
Tarran Kent-Hume y Olie Hunter Smart comenzaron su andadura precisamente así, a pié hasta que su subieron a sus kayaks para continuar y finalmente llegar a la desembocadura en el mar. En esta parte en la que sus esfuerzos debían centrarse en remar también tuvieron que esquivar piratas o narcotraficantes de la Zona Roja de Perú.
Los grandes aventureros no lo tuvieron fácil ya que el Amazonas, como cualquier río, tiene vida propia. Los mapas sirven pero no solucionan todo ya que el caudal cambia cada año según las lluvias de la temporada añadiendo que ellos eligieron la época de sequía y había algunos lugares que carecían de agua, lo que alargó la travesía 20 km más. Y sumando sumando momentazos, también el de la desaparición de su guía en la zona de piratas, pero tras buscarlo durante 4 días desistieron y fueron hasta Pucallpa que se encontraba a una semana de distancia a remo siendo este el peor momento de la travesía.
La Zona Roja les condujo hasta el Cañón del Diablo que pasaron como pudieron por los cortos días en los que el Sol se ponía muy rápido y pronto y también preocupados por los peligros de la zona. Acamparon en un banco de arena que hicieron su casa efímera gracias a la protección de Ronderos locales.
Pero también hubo grandes momentos como encontrarse con los niños locales, estos que siempre te sacan una sonrisa gracias a que ellos no las dejan caer de sus caras felices sean cuales sean sus circunstancias. Una tormenta eléctrica por sorpresa o remar entre los Manglares, una estampa única en los que tuvieron que refugiarse 6 horas, fueron algunas otras aventuras que tuvieron que superar para llegar finalmente hasta el mar, lugar en el que finalizaba su trayecto nada fácil.