En pocas horas, los niveles de precipitación alcanzaron récords históricos, paralizando la región y causando evacuaciones masivas. Las autoridades locales y servicios de emergencia respondieron rápidamente para asegurar las áreas más vulnerables y reducir el número de víctimas y daños materiales.
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Con el retroceso de las aguas, emergió una imagen de devastación total. Cientos de viviendas y comercios fueron destruidos, mientras que los campos de cultivo resultaron gravemente dañados. La economía agrícola de la región se enfrenta a pérdidas que afectan tanto a productores como al mercado local. Los expertos en cambio climático insisten en la necesidad urgente de reforzar la prevención ante estos fenómenos extremos.
Además del daño material, las inundaciones han tenido efectos devastadores en el medio ambiente de la región. Parques naturales, reservas y áreas de biodiversidad se vieron afectadas, con numerosos ecosistemas arrasados por la fuerza del agua. La flora y fauna local, incluyendo especies en peligro, se enfrentan ahora a un hábitat dañado o contaminado por residuos. En zonas cercanas a humedales, la inundación amenaza con alterar significativamente el equilibrio ecológico, afectando tanto a especies acuáticas como terrestres.
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Las corrientes desbordadas también arrastraron basura y contaminantes hacia el Mediterráneo, poniendo en riesgo a la fauna marina. La recuperación de estos espacios naturales llevará tiempo y esfuerzo, con acciones de limpieza y rehabilitación ya en marcha para intentar restaurar los ecosistemas a su estado original.
La intensidad de esta DANA destaca frente a eventos anteriores en la región. Se registraron hasta 300 litros por metro cuadrado en algunas zonas, cifra que iguala a las grandes inundaciones de 1957. Los daños materiales en 2024 se estiman en cientos de millones de euros, comparables a los costes de otras grandes catástrofes recientes en la península, como las tormentas de 2019 en la costa Mediterránea.
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En términos de impacto humano, alrededor de 5.000 personas fueron evacuadas, una cifra que supera las evacuaciones de desastres similares de la última década. Estos datos subrayan la magnitud del evento y la urgencia de adoptar estrategias de adaptación a la crisis climática, pues este tipo de fenómenos extremos están aumentando en frecuencia e intensidad.
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