Los océanos siguen siendo los grandes desconocidos en Mundo para los humanos. Kilómetros y kilómetros de fondo submarino de los que muy poco o nada sabemos y que se convierten en impresionantes retos para aventureros que desafían las profundidades en busca de nuevos datos y descubrimientos.
El submarinismo con soporte de aire nos permite conocer y estudiar grandes paisajes y restos de miles de años pero la gran experiencia de descender sin botellas de aire es una experiencia reservada para unos pocos valientes.
Stig Pryds es uno de los pocos en el Mundo capaz de sumirgerse en los denominados Agujeros Azules. Su último reto: el Agujero Azul de Dean, el agujero de agua salada más profundo del planeta.
Pryds, un gran intrépido, asegura que “cuando mis inmersiones van bien, no pienso en nada, te dejas llevar por el agua. No hay ningún miedo”. Su actitud es su secreto: tranquilidad, calma y confianza, para enfrentarse a los 49 m del Agujero Azul de Dean.
El buceador profesional es capaz de mantener la respiración durante más de siete minutos durante los entrenamientos y destaca que el agujero de Dean no es ni mucho menos su mayor record, ya que sus hundimientos profundos llegan a los 90 ó 95 metros de profundidad.
La capacidad de este hombre llega a límites insospechados cuando asegura que “tras una inmersión de 50 metros, soy capaz de volver a zambullirme ese mismo día otra vez”.
Gracias a la “facilidad” con la que el propio Pryds denominó a esta inmersión, tenemos imágenes de la misma por permitir colocar una cámara en su pecho para visualizar cada instante del impresionante recorrido.