Justo en el límite entre Álava y la provincia de Burgos, el río Nervión decide realizar una espectacular caída libre de 220 m de altura, saltando al vacío desde las cresterías del Monte Santiago, un paraje declarado Área Natural Protegida. Quien desee contemplar la cortina de agua de la cascada más alta de España, siempre movida por las corrientes de aire ascendente, hará bien en aprovechar la época de lluvias (otoño) o de deshielo (primavera), cuando el salto más alto de España se muestra vigoroso y alcanza su máximo esplendor.
La mejor vista del conjunto se obtiene desde un cercano anfiteatro rocoso que hace de mirador hacia este emplazamiento abierto. El pueblo de Orduña es una buena base desde la que iniciar diversas rutas senderistas que se dirigen hacia la cascada del Nervión y que pueden continuar remontando el curso hasta la fuente del río, que brota sigiloso de una pequeña boca rocosa.
En la comarca burgalesa de los Páramos se esconde el pintoresco pueblo montañés de Orbaneja del Castillo, incrustado en la abrupta ladera de un cañón natural.
Por el bosque que lo rodea corre el fragoroso río del mismo nombre, cuyo nacimiento se sitúa en la cercana Cueva del Agua. Al llegar al pueblo, el río cae en cascada serpenteando entre las tradicionales casas de piedra, creando una visión de conjunto que resulta singular e inolvidable.
Llegan las lluvias otoñales y los paisajes pirenaicos de la Pradera de Ordesa se llenan de alborozo, con árboles tiñiéndose de ocres y aguas del deshielo deslizándose sobre las rocas. Siguiendo una ruta de nivel fácil se puede entrar en uno de los valles glaciares oscenses donde, bajo la umbría de pinos y abetos, se alcanza una zona de saltos de agua entre los que sorprende la voluptuosa cascada de Cotatuero.
La excursión permite admirar este y otros saltos fluviales que descienden caudalosos desde el gran circo glaciar de Cotatuero para abalanzarse frenéticos montaña abajo. Para visitar el paraje hay que dirigirse al pueblo de Torla donde se encuentra un aparcamiento desde el que se inicia, entre otras, la excursión a la cascada.
La serranía de Cuenca da cobijo, a 3 km de Vega del Codorno, a uno de los parajes más intactos del centro peninsular. Se trata del nacimiento del Cuervo, un paraje declarado Monumento Natural. Al poco de nacer el río se divide en hilos de agua que crean un laberinto de manantiales, hasta que, de nuevo juntos, deciden descolgarse en cascadas, como un suave manto de agua, cubriendo las rocas tapizadas de musgo.
Para llegar hasta este bucólico rincón se sigue un sendero que sale del pueblo en dirección al nacedero. El camino discurre primero paralelo al río y remonta su curso, pasando de una orilla a otra por pasarelas, entre una tupida vegetación de sauces, álamos y pinos. Varios miradores permiten deleitarse contemplando desde ángulos distintos las caídas de agua que realiza el joven río.
En el norte de la provincia de Cáceres se extiende el fértil valle del Jerte, un paraje bañado por arroyos como el Caozo que, desde las alturas de la Sierra de Gredos, corre primero tranquilo hasta que decide bajar vertiginosamente saltando por las laderas. A su paso por el valle, el río avanza a base de saltos y cascadas como la del Caozo, cerca de la garganta de Bohonal.
Ambos parajes asombran rodeados por un paisaje rocoso y con vegetación de ribera que se pueden contemplar desde diversas plataformas. Más abajo, el río se tranquiliza y riega una zona con campos de cerezos, responsables de que en primavera este rincón cacereño se tiña de colores rosas y blancos.
La espectacular cascada de Gujuli hace saltar por los aires las aguas del arroyo Oyardo hasta lo más hondo del valle de Ayala, donde a poca distancia se funde con el río Altube. La caída, de más de 100 m de altura, se sitúa en el Parque Natural del Gorbeia, muy cerca del pueblo que toma el nombre del río. Este núcleo de población es una síntesis vasca con sus caseríos dispersos entre barrancos rodeados principalmente de robledales y otros arbustos, y con matorrales sobresaliendo de entre las rocas.
A plomo, entre un atronador rugido de agua y una gran nube de vapor, el río se desmorona en el norte de la provincia. Un improvisado y cómodo mirador situado en un lateral permite asomarse a este abismo fluvial, cuya contemplación remite a las bocas mismas del infierno. Unas fauces tan hermosas como voraces, que fascinan, aterran y encandilan a partes iguales.
No muy lejos del solitario monasterio románico de San Lorenzo de Carboeiro, la fervenza del río Toxa se precipita por un tobogán de roca caliza para ir a abrazarse con su hermano Deza. En su caída de 60 m humedece un rocoso paisaje encajado entre alcornoques, madroños, fresnos, otras arboledas de ribera y un manto de tupido musgo.
Desde la aldea de Merza, situada a orillas del Toxa, surge un camino que enseguida se bifurca en dos sendas: una lleva a la poza del A Toxa; la otra a un mirador. Estas son tierras de leyendas y meigas, una comarca donde el agua es constante y los arroyos se funden en una amplia red fluvial.
En el Parque Natural de las Nieves se esconde uno de los bosques de laurisilva mejor preservados de todo el archipiélago canario. Ello se debe principalmente a las numerosas cascadas que hay dispersas por el paraje. Entre las más bellas se halla la de Los Tilos, escondida en un bosque declarado por sí solo Reserva de la Biosfera al igual que el resto de la isla.
En el Centro de Visitantes informan de muchas rutas senderistas que suben y bajan por estos paisajes de exuberante floresta. Una de ellas conduce al salto de Los Tilos, tan efímero como hermoso. La ruta señalizada a la cascada se adentra en la laurisilva, penetrando en una desbordante naturaleza en la que predominan los tilos que dan nombre al salto, conviviendo con helechos gigantes, laureles, fayas, brezos y mucho silencio. Silencio por todas partes.
La Ruta al Salto del Asón remonta el camino de este cauce, cuyas aguas se originan en el Puerto de Sía (1.235 m) y se precipitan al poco de nacer por una cascada en forma de cola de caballo. Desde el caserío de Asón salen varias rutas senderistas que discurren entre prados y cabañas típicas de Cantabria. Muchas de ellas acercan al salto del Asón y también las hay que continúan hasta donde ve la vida el río.
Desde la base de la cascada, que alcanza los 50 m de altura, se puede seguir un estrecho sendero que asciende los casi 700 m que coronan el Parque Natural de los Collados del Asón. Allí hay una atalaya desde la que se domina la cola de caballo, en un valle profundo enmarcado por montañas. Uno de los hitos de esta reserva son los cursos fluviales, en especial el Asón y su afluente Gándara, cuyo nacimiento también se localiza en este parque del oriente cántabro.
En el término de Nuévalos se asienta el Monasterio de Piedra. Su visita (y su nombre) se justifica por el cenobio cisterciense envuelto por un paraje que surca el río Piedra. Pero en su entorno guarda una joya de agua y bosque. El conjunto, declarado Parque Natural, se puede recorrer por senderos que regalan vistas de sus delicadas cascadas.
Los saltos de agua más espectaculares con el de La Corredera, con sus hilos de agua cayendo en paralelo, La Caprichosa y la Cola de Caballo que, con 90 m de caída, es la más alta del parque. Tras el manto de agua muchas cataratas esconden grutas naturales con salientes que sirven de miradores. La Gruta Gris, por ejemplo, muestra una vista inédita de la Cola de Caballo.
Fuente: National Geographic, Shutterstock, iStock
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