El estudio EU-NE-ADB (realizado por Protégeles en colaboración con una organización europea), ponía de manifiesto hace unos meses que los adolescentes españoles se sitúan por encima de otros europeos en el riesgo de desarrollar conducta adictiva a Internet. Los smartphones son, en la actualidad, la herramienta a través de la que nuestros menores se conectan a la red, y a todas sus posibilidades; por lo tanto cuando hablamos de adicción al teléfono móvil, estamos hablando de alguna forma de adicción a Internet.
Durante la niñez y primeras etapas de la adolescencia, se producen muchos cambios sociales, psicológicos y neuronales; sin entrar en detalles, todo ello, unido a la formación de la propia identidad (on / off line) provoca que los menores se conviertan en población más vulnerable. De forma muy esquemática, se podría decir que cuando un niño se aísla (descuidando relaciones sociales / académicas), experimenta sensaciones desagradables al no poder usar tecnología, y con el tiempo aumenta el tiempo pasado con dispositivos móviles en la mano, debemos preocuparnos y (quizás) buscar ayuda. Debemos aclarar que los cambios de hábitos, actitudes, etc. en estas etapas pueden considerarse como normales, pero si no es posible contextualizarlos y resolverlos, se necesita la intervención de un profesional.
El cuadro de arriba simplifica con tips cortos y explícitos, algunas de las acciones que debemos emprender, son consejos del Center for Internet Addiction Recovery:
No olvidemos que además de adicción al móvil, los niños se exponen a otros riesgos dañinos para su desarrollo, como el acceso a contenidos inadecuados para su edad (violencia extrema, pornografía, apología de la anorexia y la bulimia), el grooming, el acoso cibernético, o la suplantación de personalidad digital.
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