Curiosidad infantil: esa gran desconocida

Todo lo que necesitas saber sobre el desarrollo de la curiosidad en los niños

La mayoría de los adultos asumen que la curiosidad es innata,y que es en la infancia cuándo se manifiesta claramente el deseo de descubrir el mundo; sin embargo una buena parte de esas personas parecen olvidar que fueron niños, y se dedican a desincentivar la curiosidad natural de sus hijos o alumnos. Pero ¿qué sabemos hoy en día sobre la CURIOSIDAD?, es justo en la época en la que vivimos, y puesto que disponemos de un mayor conocimiento en el desarrollo del cerebro infantil, cuando tenemos acceso a las teorías de base neurológica, que justifican la necesidad de alentar y mantener esa curiosidad de la que hablamos. Es curioso observar como un proceso natural que tiene relación con el propio ser humano, necesite ser avalado por la ciencia.

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La curiosidad es ese interés que poseemos hacia el entorno, la sociedad en la que vivimos, y el mundo en general. El reconocimiento y la aceptación de la curiosidad infantil es una asignatura pendiente en la cultura occidental, que ha sustituido la libertad de los niños por una planificación y organización extrema de las vidas de los pequeños. Sin embargo, lo que no podemos restringir ni situar en lugares concretos (porque es universal) es que nacemos con una curiosidad latente que es capaz de “lanzarnos” a explorar con gran avidez a partir de los 2 años (edad en la que se podría dar por concluida la formación del vínculo y la identificación con la cuidadora o el cuidador de referencia). Es durante la llamada primera infancia (a partir de los 8 años) cuando surge ese torbellino de preguntas y cuestionamientos que desarman a padres y profesores, y que (pese a resultar agotador) conviene cultivar y cuidar.

Los niños responden a su curiosidad jugando y probando.

Y por eso la curiosidad está tan ligada a la felicidad individual,a pesar de que se mantiene socialmente una idea errónea en torno a esta cualidad: se puede confundir con indiscreción o descaro debido a que los pequeños preguntan y examinan todo a su paso, y lo hacen sin cortapisas. En realidad todo esto posee una base cerebral demostrada: el cerebro durante esos primeros años de la vida está muy ocupado generando nuevos circuitos y conexiones, así que consume mucha energía,pero al mismo tiempo esa intensa actividad justifica la necesidad de averiguar el porqué de las cosas y de descubrir incesantemente.

¿Y cuál es la forma que tenemos de reinventar el pequeño ‘gran’ mundo en el que nos movemos cuándo somos niños? Pues los infantes juegan, prueban y experimentan, y les da igual si contravienen ciertas normas sociales, pues de lo contrario no les sería posible acercarse a aprendizajes de interés para ellos. Cuando menciono normas sociales, me refiero (por ejemplo) en el ámbito doméstico y académico a la necesidad de ocupar espacios inusuales para pintar (una pared), a romper simetrías, o llegar a resultados matemáticos sin tener en cuenta los procedimientos habituales, etc. Está claro que para conseguir una convivencia armoniosa en lugares comunes, quizás debamos regular la expresión de las niñas y los niños (por ejemplo facilitando una gran pizarra o un papel de embalar que cubra el suelo),pero jamás se debe juzgar o cuestionar la curiosidad de los pequeños (las preguntas) ni su expresión. Más abajo proporcionamos ideas útiles para que podáis acompañar el desarrollo de la curiosidad.

Así pues entenderemos la curiosidad como una guía interna que (si no ha sido cercenada) nos muestra el mundo como un lugar apasionante por descubrir. Es muy interesante saber que si los niños no son sometidos a normas muy estrictas de comportamiento o aprendizajes, son sumamente permeables a las novedades, y mantienen durante toda la vida una flexibilidad mental que también les hace más sociables y competentes en las relaciones interpersonales.

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Una apuesta por la curiosidad infantil, y por su mantenimiento durante muchos años.

El rápido crecimiento del cerebro durante los primeros años de vida, justifica un gasto energético enorme, y un gran consumo de glucosa, más que el cerebro de un adulto desarrollado. El cerebro infantil posee más neuronas que deben ser alimentadas. Y ¿qué ocurre al crecer?, pues resulta que (cerca de la adolescencia), empieza un proceso conocido como poda neuronal que elimina conexiones relacionadas con las habilidades que no se practican, de forma que se van perdiendo por desuso. Esta idea podría coincidir con la necesidad infantil de probar muchas actividades de su interés, hasta (finalmente) quedarse con la que más le gusta. Y la diversidad de intereses que se presenta en los primeros años de vida, es positiva en tanto permite que les sea revelada aquella actividad que realmente satisface y para la que tienen habilidades muy destacables.

Pero el interés por la curiosidad infantil no solo debería ceñirse a sus efectos en el ámbito académico o de ocio, puesto que se pueden adquirir destrezas muy interesantes, si no se coarta esta curiosidad de “explorador” que poseen los niños en el contacto con la Naturaleza. Acaba siendo la mejor forma de conocimiento, y la que va permitir respetar el entorno natural desde una posición integrada en el mismo.

Seligman y Peterson afirmaron que de las 24 fortalezas que podemos poseer los humanos, una es la curiosidad, la cual finalmente se convierte en una vía de satisfacción. Antes de pasar al apartado de ideas para alimentar y mantener la curiosidad de los pequeños, cabe destacar que permite valorar mejor las cosas, y retener la información durante más tiempo, y esto al final es muy placentero para cualquier persona, ya que como seres cognoscentes, nos alimentamos en parte de conocimientos.

Ideas para alimentar la curiosidad de tus alumnos o hijos.

A continuación, exponemos una serie de prácticas que (en el aula o en el ámbito doméstico) podemos adoptar para mantener la curiosidad en los niños, beneficiándoles como personas completas (y no solo como alumnos).

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¿Eres profesor y crees en la curiosidad como motor de aprendizaje?

Lo primero que debes conseguir es desterrar los miedos y las ideas preconcebidas, quizás podrías hacer un esfuerzo en olvidar lo que se te ha contado en tono negativo sobre la infancia: son descarados, inquietos, indiscretos, no prestan atención…Revierte las definiciones y conviértelas en: "son espontáneos, tienen muchos intereses, son genuinos..." De esta forma los mirarás con ojos nuevos y será muy beneficioso para todos.

Mejor un profe modulador que uno directivo.

Tienes autoridad porque posees más experiencia vital, y también por tu interés genuino en las niñas y los niños de tu clase… eso te basta.Incentiva y acepta la participación, recompensa destacando los logros concretos de los alumnos, valora las propuestas que hagan. Y no tengas preferencia por ningún niño (recuerda que la diversidad no hace más que convertirlos en iguales y valiosos).

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¿Eres padre o madre y quieres alentar la curiosidad de tus hijos?

Acepta sus preguntas, responde a sus inquietudes, no juzgues, adáptate a sus intereses e intenta darles respuesta.

Esperamos haberte convencido de que la curiosidad es muy útil, y que a partir de ahora ayudes a los niños a creer en un mundo más abierto a su interés, y por lo tanto se conviertan en motores del cambio. La curiosidad no es un mapa, sino una brújula, recuérdalo.