El eterno debate sobre los tiempos escolares: ¿qué beneficios obtienen los alumnos?

El eterno debate sobre los tiempos escolares: ¿qué beneficios obtienen los alumnos?

Los tiempos escolares vuelven a ser un tema de actualidad, como lo son periódicamente desde hace muchos años: en la Comunidad Valenciana las madres y los padres votarán el próximo día 4 de abril a favor o en contra de la Jornada Continua, o se abstendrán (lo cual favorecerá al No). Los modelos de organización son controvertidos y generan debate, ¿lo generan?; pues no, porque precisamente una de las críticas es que a las familias apenas se las tiene en cuenta para hacer aportaciones a los proyectos, o para exponer sus dudas y preocupaciones.

En estos momentos mamás y papás han recibido información de los docentes (previa aprobación de documentos por el Consejo Escolar), y es una información que algunos consideran sesgada, los mismos que demandan comunicaciones más integradoras sobre cuáles son las evidencias de las supuestas mejoras a obtener.

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Se podría decir que los ánimos están encendidos, será porque en España no tenemos la costumbre de discutir, más bien de imponer, será porque dónde se anteponen los intereses de unos se suprimen los de otros. El catedrático de Sociología Mariano Enguita (quien lleva muchos años estudiando la cuestión) ha llegado a afirmar que la jornada continua es un “caramelo” para el profesorado descontento, y sigue: “es un privilegio laboral que muchos profesores quieren vender como mejora pedagógica, una vía de las familias de clase media profesional para aliviar el aburrimiento escolar de sus hijos, y un factor de riesgo añadido para los alumnos y familias más vulnerables”.

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Y mientras unos y otros se acaloran los niños no son tenidos en cuenta, porque ¿acaso regalarles la tarde libre es tenerlos en cuenta? Es que hay muchos matices: desde lugares en los que han acabado desapareciendo las actividades extra escolares gratuitas, hasta madres y padres trabajadores que ni están presentes ni tienen dinero para pagar academias,… sin contar con la falta de atención a los ritmos biológicos. ¿Sabíais que según la nutrición ortomolecular la mejor hora para la comida del mediodía son entre las 12 y las 13 horas? ¿y que la memoria a largo plazo se desarrolla mejor por la tarde sin existir derrumbe del rendimiento? (M.F. Enguita)

Esta aportación es importante, como lo es tener en cuenta un informe francés (“L’expertise collective” / citado por Rafael Feito) según el que el rendimiento decae a las 13,40 y aumenta a las 16,20. El mismo trabajo habla de que en España el desempeño se incrementa a partir de las 3 de la tarde. Tiene su relevancia, porque si en la última hora de la mañana no se rinde, tampoco es productiva, y aunque en el fondo me niego a valorar la educación de los niños en términos de productividad, o se transforma el sistema educativo, o la debemos tener en cuenta.

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Hablando sobre Europa, los niños y el descanso.

Pues nos tendremos que posicionar ante el aluvión de informaciones que recibimos, ahora bien que quede claro que aunque la literatura existente parece apoyar la jornada partida, los estudios podrían no ser concluyentes, y por otra parte el beneficio pedagógico de la jornada matutina ha sido aún menos demostrado. Pero también hay que pensar en el descanso: seis horas lectivas seguidas saturan, y aún hay más…

Frente al argumento de que “total en Secundaria funcionan así”, se podría responder que quizás la jornada matutina tampoco sea adecuada en la adolescencia. Es un poco complejo y no quiero extenderme, pero resulta que la arquitectura del sueño cambia en estas edades, y madrugar no les beneficia (no porque sean vagos, simplemente debido a que debido a otros factores, a las 7 a.m. aún no han descansado bastante). Pero esto es otro tema.

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Y ahora voy con uno de los tips más esgrimidos para convencer: “en toda España (o casi toda) está implantada, y en Europa también…” Pues no, porque en el viejo continente, el modelo más habitual es el de jornada partida, lo que pasa es que el descanso de la comida suele ser más breve, y por lo tanto las niñas y los niños salen relativamente más pronto por la tarde.

A ver si resulta que es verdad que “nuestro sistema educativo responde a un planteamiento rígido e inflexible”, incluso cuando se trata de hacer cambios (artículo Ined citado al pie de página). En realidad los horarios deberían ser tan flexibles como contextos socio educativos existan.

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O conciliamos de verdad o no hay familia.

Dejemos de lado las teorías sobre el rendimiento o sobre los ritmos biológicos: si se trata de conciliar, ¿por qué empezamos la casa por el tejado? Es decir: falta una regulación más seria para que las empresas hagan viable una CONCILIACION (en mayúsculas, sí) que permita a quien tiene hijos dedicarles tiempo, y a quien no, dedicarlo a lo que quiera. Al cambiar la forma de organizar los tiempos en las escuelas no se da una respuesta real a los problemas de las familias, porque los profesionales liberales que se organizan el tiempo como quieren, los funcionarios, o los amos y amas de casa, lo van a tener fácil; no así otros trabajadores de diferentes sectores y con jornadas laborales por encima de los convenios.

Y es que los proyectos de Jornada Continua incluyen una flexibilidad tal que los alumnos podrán salir en hasta 4 franjas horarias distintas: al finalizar las clases, después de la comida, tras las actividades extra escolares gratuitas y finalmente cuando aquellas de pago (gestionadas generalmente por AMPAs) acaben. En la Comunidad Valenciana el cambio a JC está regulado por una normativa según el que se permanecerá por un mínimo de 3 años con el nuevo modelo, en caso de prosperar la JC (en cada colegio). La duda de algunos sectores de la sociedad es si los servicios complementarios como comedor y actividades gratuitas, podrían desaparecer por no existir financiación o por falta de número mínimo de usuarios. De ahí las dudas y las objeciones que están surgiendo.

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Repito: si los modelos productivos fueran otros, quizás este debate no se hubiera iniciado, pues cualquier progenitor tendría tiempo para atender a los niños en los primeros años de la vida; pero no lo son. Tampoco tendríamos que estar discutiendo sobre esto si los peques tuvieran la suerte de disfrutar una educación realmente adaptada, con modelos pedagógicos renovadores. Pongo un ejemplo de esto último: ¿qué importarían los picos de atención durante la jornada lectiva si los alumnos aprendieran de forma natural y pudieran moverse de sus sillas para experimentar con el entorno?

Según el post citado abajo la Jornada compacta o continua no mejora los resultados académicos y aún peor: acentúa desigualdades sociales, dificultando la conciliación. Los colegios siempre deberían organizarse en función de sus propios criterios pedagógicos según intereses del alumnado. Eso si que sería una verdadera autonomía de centros.

Vía | Ined 21

Imagen | misskprimary